Sempre hi ha un lloc on amagar-te, un petit racó on pots ser tu mateix sense que et vigilin ulls inquisidors. Aquest és el meu petit amagatall privat

martes, 5 de enero de 2010

Quimeras de Café


Esperaba a tener algo de tiempo para recrear la escena que presencié unos días antes de cambiar de año. Entré en una cafetería de la estación de tren para hacer tiempo para la salida de mitren, me senté a tomarme un café con leche cuando una voz de hombre diciendo "lo mio con Ana no va bien" me despertó de mi letargo emocional. Lo decía un hombre de unos 35 años, el pelo negro corto con patillas largas, vestía vaqueros negros y un jersey gris con sospechosa pinta de Zara. Creí entender que se llamaba Alberto y me pareció un gracioso capricho del destino porqué se parecía bastante a otro tocayo suyo, al que solía ver diariamente, y sigo extrañando. El nuevo Alberto hablaba con otro tipo de su misma edad, pelo castaño, con entradas algo más que incipientes y que se daba un aire a Jude Law pero con gafas.
El primo lejano de Jude le dijo algo así como "vaya" quizás esperando que su interlocutor se soltará o quizás porqué no sabía que decir; el caso es que Alberto había abierto la veda y empezó un monólogo interesante que sólo se interrumpía por sus vacilaciones, comentarios intranscendentes o las onomatopeyas que lanzaba el primo lejano de Jude.




Durante unos diez minutos hablo de como cada vez se sentía más lejano a Ana, remarcó varias veces que eran 6 años y medio de relación pero que parecía que sus intereses comunes se difuminaban y como notaba que algo en él había cambiado y ya no sentía lo mismo. Contaba, con sabor a áspero, que cuando llegaba del trabajo a casa lo que realmente le apetecía era ver a otra gente y no estar solos los dos. Le vi agachar la cabeza mientras musitaba la palabra culpable y me descubrí simpatizando con él quizás porqué su parecido con el otro Alberto me nublo la vista o sólo porqué si, no lo sé. Primero pensé que era uno más de esos miembros de la unión denominada pareja que vé como la evolución no se da a la par pero que podía ser una simple crisis vital. Creo que me equivoqué. El primo de Jude dijo algo así como "¿y lo que me comentaste de Tánia la otra noche?". Tánia parecía ser la palabra clave porqué Alberto se agarró con fuerza a la cerveza y se cuerpo hizo un extraño movimiento como si buscará algo en su interior que le diera la voz para responder.. Textualmente dijo: "Tánia es una quimera ya lo sé, ya lo sé..joder, no debí contártelo, joder, no me la quito de la cabeza".

Me faltaban 20 minutos para coger el tren y hubiera pagado un precio caro para escuchar todo lo que Alberto le contaba al primo de Jude Law. Entendí que Tánia era un antigua compañera de trabajo con la que coincidía de vez en cuando y por la qué, parecía, sentía una atracción desde siempre. Hablo de una noche que quedaron con una tal Esther (¿otra ex compañera de trabajo?) y que se quedaron hablando en el metro y que se sorprendió de por lo que le explicó de no se qué trabajo (citaron un nombre en un idioma que podía ser japonés así que deduzco que su trabajo tenía que ver con algo japonés pero no llegué a entenderlo ¿profesores de japonés? parecía inverosímil pero mi oído no llego a más). Vislumbré que Alberto se sentía admirado por la personalidad de Tánia y que compartían interés más allá del trabajo. Citó una canción de Leonard Cohen peo no entendí la referencia, una lástima. Se me acabó el tiempo, pagué en la barra y durante una milésima de segundo consideré acercarme a su mesa y decirle que, desde mi humilde punto de vista, él ya se había alejado de Ana hacía mucho y que, a veces, las quimeras no lo son tanto. Obviamente no lo hice, me fui, subía al tren y seguí pensando en la historia durante todo el trayecto mientras escuchaba el “One Wing” de Wilco. Elegí el tema apropiado.

Conozco a muchos Albertos, en versión masculina y femenina, y comprendía su pánico escénico y que se sienta un equilibrista en su propio circo. Entendía las circunstancias le unían a Ana y eso pesaba en él (una vida en común, seguramente una hipoteca, hijos quizás,etc) pero siempre ocurre lo mismo: por mucho que te empeñes en hacer otro nudo a la cuerda al final no aguanta.Invariablemente se rompe.

Tánia quizás sólo era un símbolo o un catalizador pero cumplía la misión de convertirse en la encrucijada que Alberto debía elegir. ¿La rutina y comodidad de Ana o el riesgo que suponía intentar seducir a Tánia?

La noche de fin de año, mientras me bebía mi segundo gin tonic, me acordé de Alberto y desee que ese fuera su último fin de año con Ana. Fue una de mis muchos deseos porqué sigo pensando que las quimeras son las que nos cambian la vida.

1 comentario:

  1. ... y tal vez lo valiente era quedarse, tal vez lo cobarde, la huida, era perseguir el vapor de agua pensando que... pero luego se desvanece en el aire, porque no es lo que creíamos... tal vez...

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