La portada de Cerimonials es elegante y el disco es muy continuista cosa que agradezco porqué no me suelen gustar esos artistas que necesitan reinventarse ¿si tienes estilo por qué cambiarlo?. Eso ha debido pensar la inglesa y ha vuelto con un disco que a la primera escucha puede pecar de sonar muy igual pero que a las dos escuchas ya te ha atrapado de cabo a rabo. Lo presentó con What the water gave me que es un homenaje a la escritora Virgina Woolf, a quién cada día se parece más. El single es una buena elección pero esconde más perlas como Never let me go que huele a clásico desde el sillón de mi casa, la trepidante Shake it out que a la primera escucha sabes que lo va petar igual en festivales que en discotecas o la atmósfera que consigue crear en No Light, no light.
En resumidas cuentas ha vuelto la Florence barroca, excesiva, que mezcla arpas y violines con toques electrónicos con la misma elegancia con la que canta para Channel o se desmelena en Glantesbory. Se reafirma con paso seguro y con su cuello de avestruz se erige como una de las cantantes con el proyecto más interesante de este nuevo año que se avecina.