Otra noche de Daiquiri Blues, el último disco va camino en convertirse en clásico y hay 5 o 6 temas que me encantan (Algo me aleja de ti, Su día Libre, La luna debajo del brazo, Riesgo y altura, Cuandos estés en vena, etc). Lo mejor de este trabajo es que supone una evolución de Salitre48 o Kamikazes enamorados y un punto y aparte de Avería y Redención. Además consigue crear un ambiente y lo trasladar al directo, creando una atmosfera adecuada. Quique nos lleva de la mano de su música y sus letras que sí son armas precisas e impactan en nostros. El público que asiste a sus conciertos no entiende de modas, etiquetas ni de radiofórmulas de éxito ¿para qué? su público es el que disfrutmamos de las canciones de perdedores habituales o de carreteras secundarias, bailamos cuando le da por rockanrollear, apuramos cerveza de barril y nos fumamos un par de cigarros.
Todos tenemos un artista con el que sintonizamos más, el mío es él porqué habla de escenas, retratos y sentimientos que conozco: el uso indebido de un gin tonic de más, los amores que jamás lo fueron, el reivindicar la melancolía como forma de vida, los hostales de una estrella (desde el que escribo la mitad de esta entrada), los bares de majuestuosa barra americana y conversaciones recargadas... Cuando Quique canta sueñas con ser una de sus chicas desde la dulce ojos tristes de Salitre, la amante trasnochada de Hotels los Ángeles o, mi favorita, la chica que no se le corre nunca el rímmel de Su día Libre.
Así que ahora sólo queda esperar otra noche y otras dos generosas horas más de Daiquiri Blues.
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