Encuentros

Cometer locuras debería ser asignatura obligatoria desde EGB y jugar con el destino un hábito a cultivar. Imaginemos por un momento una mujer triste que deambula por su antigua ciudad escuchando canciones que hablan de perdidas, de heridas, de buscar y no encontrar... que se para en el inicio de una calle y ve una silueta a lo lejos que simboliza lo que no tendrá. Ella se aleja camino a un tren pero antes de subir ve una cara que podría ser conocida pero no debería ser así, esa persona no debería estar ahí, no es su sitio y no puede serlo... pero no está segura. Sube al tren, el sujeto X se sienta a su lado sin dejar de mirarla y la mujer triste se hunde en el asiento escuchando las mismas canciones tristes y diciéndose así misma que el sujeto X no es quién cree que es, que el cosmos no opera por esas leyes. El sujeto X tiene el valor que a ella le falta y le habla y,sí, efectivamente es esa persona : el desconocido conocido.
El cosmos tiene sus reglas y ha decidido que los dos van hacía la misma calle, la calle de ella, y él le comenta que estas situaciones extraordinarias le suceden a menudo. A ella no pero hoy se dejará llevar porque le da todo igual y este es el punto de inicio de una tarde diferente. Él la psicoanaliza y acierta casi todo, andan por las calles en busca de un librería y un libro valorado en dos mil euros, él mira a todo el mundo que se cruzan, ella le mira a él consciente de que nunca más conocerá a nadie tan peculiar, él habla de su vida y ella escucha y se arranca hablar de la suya. Miente un poco y no se siente culpable. Beben una cerveza y se husmean como perros para saber quién tienen enfrente, juegan a averiguar el horóscopo del otro y se separan en la boca de un metro después de abrazarse y saber que no se reencontraran jamás.